lunes, 1 de octubre de 2012

‘Kalimotxo’ pasado por agua en el festival En Vivo

En una primera jornada con nubarrones en lo artístico y lo meteorológico, el madrileño festival En Vivo se consolida como el escaparate de la “raza” musical urbana.

Yosi luchando contra los problemas de sonido
Yosi luchando contra los problemas de sonido.
Festival: Festival En Vivo  (Rivas Vaciamadrid, Madrid). Primera jornada.
Fecha: jueves 27 de septiembre de 2012.
Cartel: Soulfly Los Suaves, Mojinos Escozíos.
Precio: Abono de tres días, 47€.

El En Vivo es como el inter-raíl de los festivales. Tienes la experiencia por un módico precio, pero también las incomodidades. De hecho, el púbico potencial de ambos es prácticamente el mismo. Se encuentra alguna melena que ya clarea y que se lanza a la aventura de revivir sus tiempos mozos, pero el grueso son los chavales que no son público habitual ni de grandes viajes ni de conciertos de postín, que lo viven como una experiencia única, primeriza en bastantes casos, low cost incluso para la maltrecha economía estudiantil en cualquier caso.
Ellos son los que no pasan frío con una sudadera con capucha de algodón barato, de las tantas que se veían ayer en los habituales mercadillos de camisetas y chapas, bajo el amenazante cielo de Rivas-Vaciamadrid, nuevo emplazamiento para una tercera edición del festival, que se desplaza desde el vecino Getafe, donde se celebraron las dos primeras en 2010 y 2011.
Y es que la lluvia, de tanto amenazar, acabo llegando. Ya se sentía una incómoda humedad cuando los problemas de sonido hicieron su primera aparición con los gaditanos Deep End, que abrían a media tarde la tanda de actuaciones de más de 50 grupos y artistas que desfilarán por los tres escenarios este fin de semana. Su metal anclado en los 90 sonó algo desfasado, compitiendo con el atropellado martilleo de heavy cuasi satánico que llegaba desde la carpa con los locales e imberbes Night Symphony.
La ovación con la que apareció el rapero malagueño Gordo Master en el escenario hip-hop evidenció que lo que iba a suceder en el reducto destinado a la moda de pantalones anchos y gorras de lado iba en otra onda. Cambio estilístico radical para un espacio vallado destinado al rap y sus variantes (se podía adquirir una entrada únicamente para disfrutar de estos artistas sin acceder al resto del recinto) con aspecto de ghetto, tanto por las meras restricciones espaciales como por el hermanamiento que se vivía dentro de dicha “frontera”. Un público volcado en las rimas de la calle y los fraseos, muchos socialmente críticos, otros intencionadamente jocosos, que gesticulaba cada ritmo como si de extras de un videoclip de Eminem se trataran.
Y mientras en el segundo escenario se desataba el espíritu festivo con los ritmos bailables y las consignas a la revolución social de The Locos, que instaban a los saltos de ska recuperando sintonías de canciones por todos conocidas, Los Suaves luchaban contra la adversidad propia y ajena en el escenario principal. El mal sonido se cebó con los gallegos, que se agruparon como una piña en el centro de las tablas tratando de conseguir algo de conjunción musical mientras su cara más conocida, el carismático Yosi, se esforzaba en balbucear las letras de un puñado de grandes himnos del rock cervecero patrio. Al final, cabreo generalizado, y la sensación de haber vivido algo tan caricaturesco como entrañable, ya que fue el público el que coreando tan insignes estribillos a pleno pulmón salvó a los de Ourense del descalabro total.
Que ni el sonido ni el tiempo iban a mejorar fue una realidad cuando comenzaron a arreciar las esperadas lloviznas y el batería de los Soulfly atronaba nuestros tímpanos atropellando el sonido de sus compañeros, con un Max Cavalera en horas bajas, más empeñado en que la gente pusiera en marcha un buen pogo y saltara cual resorte ante sus órdenes que en defender con dignidad las canciones que hicieron de él un emblema del metal extremo moderno al frente de Sepultura. Con Mojinos Escozíos disparando su arsenal chistoso y escenificando su teatrillo chabacano, mucha gente iniciaba la retirada de una jornada que se prolongaría con los ritmos mestizos de Canteca de Macao y con varias formaciones tributo hasta altas horas de la madrugada.
Hoy volverán a convivir el rock urbano de Rosendo, el mestizaje de Chambao y el hip hop de Nach con muchas más capuchas y algún que otro chubasquero, para hacernos sentir como los Gene Kelly de extrarradio. Llueva o diluvie, muchos responderán con el lema que Los Suaves dejaron resonando en nuestras cabezas. “No puedo dejar el rock”. Y contra eso, no hay meteorología que se resista.

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